UNA MIRADA EN LOS SETENTA

Cuando tenía 13 años junto a otros niños, en plena edad de la exploración, caminamos muchas veces por la cadena de cerros que  cuidan nuestro querido Saltur, una de esas rutas es el camino que lleva al cementerio, en ese entonces me parecía un sendero misterioso, muy triste, lúgubre pero a la vez excitante, mucho por descubrir, aunque mi opinión, para los demás niños del grupo, no tenía el mismo entusiasmo que en mí, aunque marchamos durante varias mañanas, el día que subimos al cerro para ver el Jagüey, la primera vez que observaba lo que desde la parte superior todo lo que habíamos caminado, fue la visión de un campo de guerra, muchos hoyos, fue saqueado durante décadas, las personas no teníamos conciencia de nuestros vestigios ancestrales, aún así, quería saber más allá que los relatos y mitos de las noches en el parque.
Luis Leandro

Comentarios

  1. Sus mitos y leyendas fantásticas que perduran son: La viuda, cuentan que a media noche una mujer vestida de negro cruzaba por las calles sollozando; un día don Carmen Incio, dicen que la encontró por el camal y curiosamente le habló y al ver el rostro de la mujer horroroso, éste cayó al suelo sin conocimiento.
    La llorona, una mujer lloraba a media noche, en señal de sufrimiento y de perdida de un familiar, cuentan que a paso lento y a veces se detenía en algunos lugares para asustar a la gente.

    El jinete de caballo blanco, cada noche pasaba por las calles un hombre de blanco montado en un caballo bien jateado, salía de la antigua casa hacienda y daba su paseo por las calles, dirigiéndose finalmente al cerro, perdiéndose por el cerro mirador. Este jinete se le presentó a varias personas, como es Teodoro Chachapoyas, a Bartolo Velásquez, quien contaba cómo fue su encuentro, una noche sale de su casa don Bartolo y lo encuentra al jinete, lo saluda y al mirarlo a los ojos, éste echaba fuego, cayendo desmayado de impresión; pero luego le cuenta a su esposa doña Simona, exclamando aquella:"hay cristiano que te hubiese pasado algo".
    Parece que a don Bartolo, le gustó la asustada que decidió salir una noche, en esos tiempos habían llegado a trabajar unas buenas mozas de Piura, y este don Bartolito se había enamorado de una de ellas. Una noche decide salir a dar sus vueltas, justo cuando se iba al encuentro de la buena moza, se le presentó el jinete por la bajada del puente y le dijo: "a dónde vas" y él contestó por acá señor y lo saludó a la vez y el jinete le dijo:"regrésate" y cayó privado echando espuma por la boca y ahí se le acabó la maña al galán nocturno.

    También existe la versión de la chancha y sus chanchitos, cuentan que en altas horas de la noche, salía una chancha del puente con sus chanchitos, éstos eran preciosos y cada vez que la gente quería cogerlos, se alejaban más y más hasta que desaparecía la persona que tenía la intención de cogerlos. Otros sacaban sus machetes en señal de valentía y así los ausentaba a los espíritus malos.

    Hoy en día Saltur está creciendo y sigue manteniendo sus costumbres ancestrales, como es la práctica de los carnavales, las yunzas, preparación de la rica chicha de jora, limpias de sustos, entre otras.

    Es necesario que todos nosotros empecemos a revalorar la cultura de Saltur, como identidad lambayecana, porque nos identifica y nos hace sentir orgullosos de nuestro Perú.
    Seamos parte de esta revaloración, protección y difusión, tan crucial, e importante de la cultura peruana, identificándonos plenamente como sujetos críticos, democráticos e interculturales del hermoso pueblo de Saltur.
    El Perú necesita de jóvenes saltureños, agentes de cambio para transformar su contexto sociocultural.

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